03 diciembre, 2009

Tratado de Lisboa

Autor: Antonio Tejeda Encinas
El día 1 de diciembre de 2009 ha entrado en vigor el Tratado de Lisboa, que instituye el compromiso de establecer una política de inmigración común.

Si bien debería de ser ese un día de júbilo, lo cierto es que la ajetreada maniobra para camuflar la malograda y mal llamada Constitución Europea ha llegado a su fin y no pasa de ser una fecha de penumbras para el devenir de millones de inmigrantes asentados a lo largo y ancho del interior de la fortaleza europea.

Ya en las Elecciones Europeas algunos de los carteles oficiales mostraban dos tipos de modelo europeo: uno el del seto semi franqueable, frente a la fortaleza infranqueable. Dos modelos, dos políticas, ¿o simplemente un “stop inmigración” con un poli bueno a la izquierda y otro malo a la derecha?

La aprobación de la Directiva de la vergüenza ha dado la pista de por dónde anda el rumbo de la “integración” en la Europa de los Ciudadanos.

Mientras la izquierda miraba para otro lado, el Pacto Europeo de Inmigración, se coló de la mano francesa e italiana y ahora, los más de 8 millones de inmigrantes indocumentados en el espacio europeo se verán las caras con los cerebros altamente cualificados de la Estrategia de Lisboa para el Empleo y con las bolsas de trabajo precario estacional agrícola, servicios…,de inmigrantes, pero también de autóctonos a los que les ha pillado con el paso cambiado la fracasada estrategia capitalista de las últimas décadas.

A propósito de Irlanda, y cómo decía uno de sus más insignes políticos y escritores:

“Todo lo que se necesita para el triunfo del mal
es que los hombres de bien no hagan nada”
Edmun Burke